A tan solo una hora del Río Santo Domingo, la carretera fronteriza entre Chiapas y Guatemala comienza un ascenso, hasta superar el área calurosa de la jungla húmeda. Varios kilómetros más adelante, entre densos bosques de encinos y de pinos, se dejan ver otras maravillas naturales: las Lagunas de Montebello.
Estamos ante lo que fuera, en su momento, la primera zona de protección ecológica en el estado de Chiapas. Lagunas de Montebello obtuvo la denominación de parque natural en diciembre de 1959. En total comprende unas 6,000 hectáreas, no obstante, la extensión de terreno calizo que deriva en la formación de estos admirables cuerpos de agua, supera en mucho la superficie mencionada.
Algunos exploradores han reportado más de 50 lagos en la región, si bien, solo es accesible una docena de ellos, por la situación de los caminos existentes. Por lo común estos cuerpos de agua tienen apenas unos cuantos cientos de metros de diámetro, apenas unos cuantos tienen más de un kilómetro de diámetro y el mayor de ellos no supera los cuatro kilómetros.
Debido a los minerales presentes en su fondo, la vegetación de las inmediaciones, los microorganismos que habitan en el agua y la particular refracción de la luz solar, cada una de las lagunas de este sitio, posee una coloración distinta. Este detalle le otorga un gran atractivo turístico a Montebello. Y aunado a ello, el frondoso bosque de pinos y encinos que colma los alrededores, hace de este lugar, algo parecido al paisaje de un relato de fantasía.
Corriendo de poniente a oriente, los cuerpos de agua que se observan en primera instancia en Montebello, desde la carretera por la cual se arriba, son Dos Lagunas y unos cuantos kilómetros después, a la izquierda, el gran lago Tziscao, con sus 3 kilómetros de diámetro en su parte más ancha, de tono azul oscuro y enorme profundidad. Incluso uno de sus bordes se extiende casi hasta Guatemala.
A un costado del lago se encuentra el pueblo de Tziscao y el interesante Centro Ecoturístico Lago de Tziscao, mismo que es administrado por un grupo de indígenas chujes y mames. En este sitio se ofrecen ocho cabañas, casi todas ellas con vista al lago, además de palapas, restaurante, senderos adoquinados, zona para acampar y un hermoso orquideario. Por si fuera poco también se rentan bicicletas y kayaks, para efectuar agradables paseos por esta mágica región.