“Taxco” es una palabra derivada del vocablo náhuatl “Tlachco”, que significa “juego de pelota”. Justo es tal manera se conocía al actual Taxco el Viejo, ubicado a 10 kilómetros de la actual ciudad de Taxco. Hace siglos, tal región de nuestro país se encontraba poblada por los indígenas tlahuicas. Y aunque se trataba de territorios que habían sido conquistados por los mexicas, no fue sino hasta el año 1445 cuando fue designado un gobernante azteca para tal región. Al final, allí fue asentada una cabecera, de las siete provincias tributarias que comprendían lo que hoy en día es el actual estado de Guerrero.
Tras la Conquista, dieron comienzo los rumores y leyendas, acerca de ricos yacimientos de metales preciosos, en los alrededores de Taxco. Una de las referencias históricas más tempranas acerca de ello, se encuentra en una carta escrita por el propio Hernán Cortés, al rey Carlos V, fechada en 1524. En esta misiva, Cortés señalaba que, por necesitar estaño para su artillería, había enviado exploradores a varios lugares en donde se decía había sido hallado ese metal. Una de estas zonas era Taxco, justo donde encontraron un gran yacimiento de estaño, que en poco tiempo fue nombrado como “El Socavón del rey”. En nuestros días, en tal sitio se encuentra el cerro de Bermeja.
El Taxco contemporáneo se asienta en el sitio que otrora, se conocía como Tetelcingo, nombre náhuatl que significa “Cerro Pequeño”. Los conquistadores decidieron asentarse en tal lugar, por la proximidad con los yacimientos de metales preciosos y por el clima agradable imperante. Hacia 1529, la comunidad estaba integrada por mercaderes y frailes franciscanos. Los españoles entonces llevaron grandes grupos de indígenas a ese Taxco incipiente, los cuales se instalaron principalmente en dos barrios San Miguel Tlachcotecapan y Guadalupe Acayotla.
En descripciones eclesiásticas de 1570, se mencionan tres reales de minas en Taxco: Real de Minas de Tetelcingo, Real de Minas de San Miguel y Real de Minas de Acayotla. Se piensa que Real de Tetelcingo creció considerablemente, hasta estructurar mucho del Taxco actual. Durante casi dos siglos, Taxco estuvo un tanto olvidado, hasta que, José de la Borda, en el siglo XVIII, halló una gran mina de plata en el lugar y con ello impulsó notablemente el desarrollo de la ciudad. La mencionada Iglesia de Santa Prisca, es una forma de pagar a la providencia, por parte de José de la Borda, la prosperidad lograda.
Doscientos años después, el arquitecto estadounidense William Spratling, creo el primer taller de joyería de plata en esta ciudad guerrerense. Este evento marco un parteaguas en la historia de Taxco, capital mundial de la plata, monumento histórico y gran orgullo mexicano.