Quien visite el Museo Nacional del Virreinato en el Pueblo Mágico de Tepotzotlán, puede conocer una fascinante colección pictográfica: Las Monjas Coronadas. Es una serie de pinturas novohispanas que representan a monjas coronadas, con decoraciones fantásticas y alucinantes. Son 20 formidables composiciones de monjas coronadas que, por su importancia histórica y artística es la más significativa en este género en toda Latinoamérica.
En el Museo Nacional del Virreinato, el segundo más importante en México, por la calidad de su colección, se vale de espléndidos recursos para exhibir este valioso acervo. Formativas pinturas, valiosas explicaciones y recursos interactivos, sirven de medio para abordar la existencia de estas misteriosas mujeres, las cuales ingresaron a diferentes conventos a lo largo del tiempo del Virreinato.
Las pinturas de las monjas coronadas son fascinantes tanto para los investigadores expertos, como para quienes visitan por primera ocasión el Museo Nacional del Virreinato. El público avanza por el área del museo dedicada a esta colección admirando con meticulosidad los rostros de estas fantásticas figuras femeninas, que desde lo profundo de los lienzos parecen devolver la mirada, proponiendo silentes enigmas, y llevando a los contempladores a un tiempo definido por éxtasis místicos y notables eventos históricos. Las coronas exuberantes y los exóticos colores que se observan en los atuendos de las monjas coronadas, las convierten en obras extraordinarias que se distinguen por su perfección de las tradiciones particulares de la pintura Novo hispana.
La vistosa composición que exponen estas creaciones no se debe solo a una intensión decorativa, para enriquecer su planteamiento estético. Las numerosas palmas, coronas y otros varios elementos iconográficos, nos dejan ver un patente sentido religioso que en los días de la Nueva España, lograba transmitir profundos mensajes de misticismo y trascendencia.
Los retratos de las monjas coronadas eran elaborados para celebrar los instantes capitales en la existencia de una religiosa: la profesión y el final de su vida. Los retratos enfocados a la profesión monacal recrean el instante en que estas jóvenes realizaban sus votos perpetuos y en cierto sentido dejaban de existir para el mundo exterior. En cuanto las religiosas morían, volvían a llevar puestas coronas y floridas palmas y eran creados sus retratos para comunicar su vivir a través de imágenes iconográficas fáciles de leer.
Los retratos de las monjas coronadas nos dejan entrever, como si fueran grandes ventanales, aquel mundo barroco, tan contradictorio como fascinante que integraron los virreinatos de América.