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Los nacimientos mexicanos

Cierta leyenda nos cuenta como los tradicionales nacimientos navideños aparecieron en los tiempos de San Francisco de Asís, quien fue el primero en colocar un nacimiento viviente para dar un ejemplo del nacimiento de Jesucristo. Se piensa que este acontecimiento data de 1223. Poco a poco los nacimientos vivientes forjaron una costumbre en el continente europeo, ya que se instalaban en los recintos religiosos para la veneración del pueblo. Paulatinamente se fueron utilizando, en lugar de personas, pequeñas figuras e íconos en estos primeros nacimientos. Se dice que el primer nacimiento elaborado con figuras de barro, apareció en Nápoles, Italia, en las postrimerías del siglo XV. Desde estas fechas, el rey Carlos III dispuso que los nacimientos se difundieran por todos sus dominios.

Tras la conquista española, los frailes se valieron de las costumbres propias de la navidad, para apoyarse en sus tareas evangelizadoras. En este punto, los nacimientos ( o belenes, como también se les llamó alguna vez) fueron muy importantes, puesto que además, los indígenas aprendieron- con su tradicional habilidad artesana- a elaborar las figurillas que incluyen los nacimientos. Desde entonces, diversas comunidades de nuestro país, han destacado en la elaboración de nacimientos: en Tzintzuntzan, Michoacán elaboran bellos angelito; en Metepec, Estado de México, sobresalen por sus figuras de barro. Otros pueblos famosos por sus bellos nacimientos son Ameyaltepec y Tolimán en Guerrero, y por ciertos nacimientos policromados en miniatura, la bella población de Tlaquepaque, Jalisco.

Los nacimientos modernos mezclan diferentes elementos, varios de los cuales no tienen nada que ver con el nacimiento de Jesús. Por ejemplo, los nacimientos mexicanos suelen tener mucha vegetación, representada con musco y heno. Sin embargo, Jesús nació en el Oriente Medio, el cual es un sitio un tanto más seco. Como quiera que sea, muchos de los nacimientos mexicanos, incluyen detalles muy pintorescos, algunos de ellos particulares de nuestra cultura. De tal modo que algunos de ellos incluyen taqueros, ganaderos, carteros y organilleros. También es habitual ver junto a pinos diminutos, mahueyes, pirules o bien animales domésticos de los más variados.

La inocencia de ciertos nacimientos los enriquece con un encanto adicional. Tal es el caso de algunos que tienen al Niño Dios del mismo tamaño que José y la Virgen María, o bien, unos Reyes Magos de gran tamaño y un Niño Dios minúsculo. Otros elementos muy gratos y típicos de los nacimientos mexicanos son el tradicional diablito, muchas luces de colores y ríos en miniatura.

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