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Explorando Baja California Mulegé y San Ignacio

Viajando por Baja California, tras cruzar Loreto, comienza un tramo sumamente impresionante.  Sin tener que dejar la carretera federal 1, se tiene la oportunidad de gozar panorámicas hermosas del Mar de Cortés, con montañas desérticas, bahías y acantilados. A una distancia aproximada de 75 kilómetros de Loreto, inicia la magnífica Bahía Concepción, la cual se define por sus asombrosos colores, cerca de 40 kilómetros de extensión e innumerables posibilidades de capturas fotográficas. En este sitio de Baja destacan, por su atractivo, la playa El Requesón, El Burro y la playa y tráiler Park El Coyote.

Una vez que concluye Bahía Concepción, da inicio Bahía Santa Inés, justo donde se localiza el pueblo de Mulegé.  En este paisaje, el arroyo homónimo genera uno de los oasis más preciosos del continente. Enclavada en tal sitio paradisiaco, se levanta la Misión de Nuestra Señora de Santa Rosalía de Mulegé.

Dejando atrás Santa Rosalía, se ingresa en el Área Natural Protegida de Mayor extensión en Latinoamérica. Se trata de la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno. Es una vasta extensión silvestre, que incluye los santuarios balleneros Laguna Ojo de Liebre y Laguna de San Ignacio, así como también, las colosales Salinas de Guerrero Negro, diversos oasis, marismas, playas, acantilados y las pinturas rupestres de la Sierra de San Francisco.  Estas creaciones prehistóricas están consideradas como Patrimonio Mundial de la Humanidad. La Reserva de la Biosfera El Vizcaíno, es tan grande, que toma más de tres horas atravesarla por carretera.

Por lo que se refiere a San Ignacio, estamos ante una pequeña villa colonial con dos atractivos principales. Uno de ellos es la misión jesuita fundada en 1728 y el otro, un soberbio oasis que se extiende alrededor del valle. En este frondoso paraje, se puede practicar la navegación en kayak o pescar, mientras se contemplan fascinantes aves exóticas. Por si fuera poco, San Ignacio es el lugar más próximo a las pinturas rupestres de la Sierra de San Francisco, las cuales tienen, aproximadamente, 7,500 años de antigüedad.

No obstante, es preciso hacer hincapié, en lo difícil que resulta acceder a estos agrestes parajes. En otras cuevas de la zona, aún más complicadas de alcanzar, existen pinturas rupestres de hasta 14 metros de altura. Para visitar todos estos tesoros, se requiere llevar a cabo una expedición de tres días, con guías expertos.

Por último hay que señalar que, San Ignacio, también se perfila como un pasaje necesario para quienes busquen llegar a la Laguna de San Ignacio, con el propósito de avistar a la ballena gris y para los viajeros que intenten explorar Baja en moto, jeep o camper.

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