Desde hace más de 8 siglos, la cumbre del cerro del Tepozteco, cuyo nombre original es Tlahuiltepetl, atesora una ancestral pirámide que ha despertado la fascinación del turismo nacional y extranjero y que además, coadyuva a forjar la especial magia que rodea a Tepoztlán. El Tlahuiltepetl, con sus 600 metros de largo está integrado al Eje Neovolcánico Transversal y tal y como sucede con las Lagunas de Zempoala, forma parte del corredor biológico Chichinautzin, zona de conservación ecológica. En lo más alto del Tlahuiltepetl, donde se encuentra su templo, se veneraba al dios del pulque, Ometochtli-Tepoztecatl. Esta deidad prehispánica también estaba asociada con el viento y con la fertilidad de las plantas.
Ometochtli-Tepoztecatl fue uno de los cuatrocientos vástagos de Mayahuel y Pantécatl, es decir, la diosa del maguey y el dios quien logró la fermentación del aguamiel.
La Casa del Tepozteco es la denominación popular que recibe la pirámide que se levanta en la cima del cerro Tlahuiltepetl. Fue edificada entre los años 1150 y 1350 d.C., por los tepoztecos, indígenas descendientes de los xochimilcas. En la entrada de la vereda que sube hasta la pirámide, se encuentra una cruz junto al manantial, a la cual, los habitantes de Tepoztlán conocen como la Cruz de Axitla.
El templo en el Tlahuiltepetl estaba integrado a la urbe prehispánica de Tepoztlán y se piensa que tenía tanta relevancia para los habitantes del México Antiguo, que se celebraban peregrinaciones desde otras comunidades mesoamericanas, incluso desde Guatemala, para honrarlo y rendirle ofrendas.
En esta construcción prehispánica, fueron descubiertas dos lápidas talladas, una con el glifo correspondiente al tlatoani azteca Ahuízotl y otra con la fecha del calendario mexica “10 conejo”, que se corresponde con el año 1502, es decir, la fecha en la que falleció este famoso rey mexica.
El Tlahuiltepetl y su impresionante templo están relacionados con la leyenda del Rey Tepozteco, la cual es conocida por los habitantes más antiguos de este pueblo mágico y que nos narra las hazañas del gran Tepoztécatl, el cual, entre otras cosas, acabó con un monstruo-serpiente que habitaba en Xochicalco, robó un teponaxtle mágico de los señores de Cuernavaca y además, de acuerdo a este relato tradicional, puso las campanas de la Catedral de la Ciudad de México en lo alto de sus campanarios, con la ayuda de sus vientos mágicos. Después de todas estas aventuras, el dios volvió a su casa, el Tepoztecalli, la pirámide del Tlahuiltepetl, donde aguarda el fin de los tiempos.
Más información en: http://www.tepoztlan.com/